Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.

Pablo Neruda

domingo, 15 de enero de 2012

Wall Street en Girón Santander


Noemí, es una colombiana que reside en los Estados Unidos hace ya más de 50 años, y su pasión por ser corredora de bolsa la  ha vinculado a esta labor a tal punto de que lo ha llegado a perder este sea actualmente su trabajo.

Cuatro años atrás tuve la oportunidad de conocerla en el pasillo de un hospital ya que su madre se encontraba en delicado estado de salud, siendo ella la tía de la relación sentimental que sostenía con su sobrina, en ese tiempo la describían como la tía que venia de los Estados Unidos, y como nuevo integrante de la familia era mi deber estar ahí; en ese entonces cruzamos un par de frases, pues acompañaba a su sobrina que era mi pareja sentimental. Me causo curiosidad costumbres como la del uso constante del ho… en respuesta a algo que estaba aprendiendo.

Una tarde de septiembre del año pasado, estando en la casa de mis susegros, tuve la oportunidad de abordarla, ya que se encontraba en el comedor contiguo a la sala. Y le dije hola Mimi, esas acciones van al alza, pero yo no tenía ni la más remota idea de lo que estaba diciendo, y la idea de preguntarle se me ocurrió por las películas Holivudenses; lo que menos esperé es que esta frase sirvió como puerta abierta para iniciar una interesante conversación, su portátil mac book de última generación, me causó gran impresión, ya que es una mujer con avanzada edad, pero sus cuidados y cirugías no lo demuestran, le dije que si era muy costoso, ella dijo que alrededor de unos 2500 dólares,  porque allá en los Estados Unidos hay que pagar por algunos software preinstalados, entonces allá es mas costoso que acá, y me respondió que no tenía conocimiento de cuanto costaba acá, haciéndolo en un tono de menos precio.

Entonces giré mi mirada hacia la pantalla de su PC, y vi como si estuviese una tabla de Excel  con números que ubicaba y desubicaba constantemente, le dije que si era muy difícil desempeñarse en esta labor, y me respondió -son los años quienes te hacen aprender- entonces deben ser muchos, repliqué, no realmente desde 1975, entonces me surgió la duda de preguntarle, ¿Cuándo no existía el pc, cómo hacía para invertir en sus acciones? estaba constantemente pendiente del teléfono, me respondió en un tono pasible, y… Llamaba a cada instante, yo, no dejaba de observar la pantalla del ordenador, entonces le pregunté, esos números de allá y los nombres de abajo, ella no dejaba de mirar su computador moviendo los números, entonces me respondio, yo esto no se lo cuento a nadie, pero se lo voy a contar porque se que usted nunca va a entrar en este negocio, yo lo que hago es buscar empresas pares, que estén al alza y a la baja les llamo macho y hembra, si tengo una acción que está muy a la baja la vendo, y ubico otra que tenga a la baja, y cuando hay una que compré en 300 dólares y está al alza de una manera constante, inmediatamente la vendo por ejemplo esta, y me mostró una de una empresa de petróleos, mire, esta la voy a vender, la compré en 200 dólares, y está valorizada en 500 dólares, gané 300, pero tuve que vender otra acción en un valor menor al comprado, entonces la ganancia fue de unos 200 dólares, -ahí fue cuando recordé las críticas de sus hermanos antes a esta conversación,- un hermano mayor de Noemí me contaba alguna vez que eso era un vicio, que no conducía a nada.

Yo sólo miraba su rostro y la pantalla de computador, notaba que había una gran cantidad de dólares invertidos, hice simples cuentas y había unos 800 mil dólares en su programa, la mujer de los experimentos y que siempre quiere ganar en todo, su sobrina la odia, porque ella es una mujer que en todo quiere encontrar ganancias, y siempre quiere sacarle jugo a su dinero, pero lo que no entiendo es cómo hizo para declararse en banca rota ante el estado norteamericano, y poseer varios dólares en sus arcas además de comer en los comedores para ancianos. Y pues a sus 75 años de edad, con casi un millón de dólares como patrimonio, y no darse el nivel de vida que merece. 



sábado, 14 de enero de 2012

TRAVESÍA EN BICICLETA A LA UIS






Dos golpes estruendosos en la puerta de metal de mi cuarto me despertaron presuroso como de costumbre a las siete de la mañana para que me animara y dirigiera a la Universidad, pues como dice mi madre, el que madruga Dios lo ayuda.

Bucaramanga la quinta ciudad de Colombia, adolece de espacios propicios para reducir el impacto ambiental mi cuarto oscuro con la persiana cerrada, el fuerte ruido del radio encendido contiguo a mi cuarto, y la voz de un locutor que no modula su voz, hacen que el trance entre pasar a que el cuerpo este activo sea muy rápido. Me levanté algo presto como de costumbre, corrí la aldaba de mi cuarto y ahí estaba mi madre como de costumbre en cada mano esperándome con sus dos manos ocupadas y los vasos de aluminio que contenían el jugo de naranja y el menjurje que prepara la tía toña como de cariño la llamo. Siempre mi madre tiene la costumbre de hacer que me tome y más si la noche anterior la pasé frente del computador hasta casi las dos de la mañana, ¡despertar, despertar! tragedia interior que me dividen en dos: cuerpo y paciencia.

Me ubiqué en frente del rincón donde de costumbre se encuentra mi cepillo de dientes, allí tomé la pasta dental y como de costumbre realicé mis labores de higiene, preparé los huevos revueltos con pan y tomé mi bicicleta y partí del frente de mi casa rumbo a la Universidad Industrial de Santander, mientras salía a bordo de mi bicicleta y pedaleaba, me encontré con un carro que se me atravesó estando a tan solo dos cuadras de mi casa, pasándose una señal de pare, le grité cuidado, respondiéndome su madre, no paré y continué con más rapidez el pedaleo porque el semáforo estaba a punto de cambiar, y no sé por qué cuando uno conduce por las carreteras aprende a medir el tiempo de cambio de los semáforos.

Más adelante siendo las 7 y 45 de la mañana, tomo la carrera 27, en donde se encuentra aquel concesionario que exhibe automóviles últimos modelo, y me llevan a pensar que muy pronto poseere uno de esos, pero a la vez pienso en lo bien que me ha sentado montar bicicleta y las rutinas que tengo, siendo el factor salud como mi prioridad y motivo del porque ando en ella, mientras el sonido de mi pedalear se confunde con el ruido de la hora pico, encontré a la misma pareja de estudiantes de Colegio que espera su transporte preocupados,  y no es casualidad, pero se ve en sus rostros esa premura por llegar a sus lugares de destino, pero son un carro y una moto los que me sorprenden por el nivel de impacto de su choque, en frente de un concesionario de motos. Volteo a mirar a mi derecha y encuentro el centro cultural con su fachada descuidada; mi pedaleo tiene mucha prisa y sólo logro ver las paradas de Metrolínea con abundante personas y el hospital público que no cambia y su fachada se mantiene intacta desde que tengo uso de razón y lo conozco.

Mi sudor es abundante tomo agua del termo que siempre me acompaña, la prisa me hace sentir a la expectativa de qué sucederá este semestre, un primer día de clase, y la música que escucho por los auriculares de mi celular, no hacen que todo sea más diferente que el reggaetón que abunda por todos lados, junto con los programas de noticias imparciales, porque lo más seguro que tendré al otro día, será la misma rutina con el mismo escenario.